El sí al ‘Brexit’ deja en el aire la cobertura de 300.000 británicos en España y llena de incertidumbre a la industria

El 51,9 por ciento de los británicos ha votado a favor de su salida de la Unión Europea en el referéndum celebrado ayer, lo que abre nuevas incertidumbres sobre el futuro de la industria farmacéutica y la cobertura sanitaria de la colonia británica en España y los médicos españoles que trabajan en Reino Unido.

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24 de junio 2016

El 51,9 por ciento de los británicos ha votado a favor de su salida de la Unión Europea en el referéndum celebrado ayer, lo que abre nuevas incertidumbres sobre el futuro de la industria farmacéutica y la cobertura sanitaria de la colonia británica en España y los médicos españoles que trabajan en Reino Unido.

El referéndum británico para decidir la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea o su salida, el conocido Brexit, celebrado ayer, se ha saldado según se ha conocido esta madrugada con una vitoria ajustada del sí a abandonar la Unión Europea (51,9 por ciento a favor del Brexit).

La salida abre ahora un panorama incierto en muchos frentes, en tanto no tiene por qué producirse de forma inmediata (Reino Unido tiene dos años para abandonar la UE a partir de este momento) y todavía deben negociarse los términos de su desvinculación de la UE. Estos términos implicarán decidir si se mantiene o no la libre circulación de trabajadores; también decidir si se firma un acuerdo bilateral entre el Reino Unido y los países de la UE para la atención sanitaria tanto de residentes temporales como de turistas; y decidir sobre el futuro de cuestiones ya en marcha como la Brexit con fondos europeos, entre otras cuestiones de calado que afectarán de lleno a la buena marcha de la sanidad tanto británica como de la Española, por las consecuencias colaterales que tendrá sobre nuestro país.

En este sentido, una de las incertidumbres más importantes a despejar en las negociaciones que deben tener lugar desde este momento y hasta dentro de dos años como máximo es el futuro de la cobertura sanitaria de la colonia británica instalada en España, cerca de 300.000 personas, así como de los turistas británicos que cada año visitan nuestro país. Lo más probable es la firma de un convenio de atención para los turistas, semejante al que opera ya con otros países no pertenecientes a la Unión Europea, como Suiza. Sin embargo, resolver la atención a esos residentes británicos que pasan más de tres meses en España al año es más complicado y podría llegar a pasar factura al sistema español, que dejaría de ingresar una considerable cuantía por la atención a este colectivo.

No en vano, el saldo de cobertura sanitaria entre España y Reino Unido está claramente a favor de España. Según una pregunta escrita remitida a la Cámara de los Comunes británica, Reino Unido adeuda a España 223,2 millones de libras por la atención prestada por España a británicos en 2015, mientras que España sólo adeuda en este momento 3,4 millones al Reino Unido por la atención prestada a españoles en el país británico.

Para resolver esta cuestión podrían adoptarse varias fórmulas. Desde la obligación de que la colonia británica residente o parcialmente residente en España (jubilados en su mayoría que pasan en nuestro país una parte del año pero no son residentes permanente) contratase un seguro privado para poder ser atendido en España, lo que daría alas a la sanidad privada que trata de impulsar desde hace tiempo el turismo sanitario, hasta la posibilidad de que, simplemente, no ocurra nada y España firme con el Reino Unido un acuerdo bilateral de cobertura sanitaria en línea con el que tiene con muchos países y mantenga el sistema actual por el que Reino Unido paga una cuota de alrededor de 300 euros por cada residente temporal en el país.

Otra opción podría ser incluso la firma de un convenio en línea con el que se diseñó en su día para dar cobertura a los inmigrantes en situación irregular, que exigía el pago de entre 60 y 157 euros al mes (la mayor cuantía si se tiene más de 65 años) para garantizar la asistencia.

Otra de las cuestiones abiertas es qué ocurrirá con los médicos y enfermeros españoles que trabajan en el Reino Unido. Tras casi una década en la que el Reino Unido ha acudido a España de forma reiterada para captar profesionales sanitarios ante su déficit de trabajadores en esta área (hace tan sólo unos meses que anunciaba la necesidad de 23.000 nuevos trabajadores sanitarios extranjeros). Los partidarios del Brexit han exigido la salida de la Unión Europea en buena medida para endurecer las políticas de inmigración y cerrar el mercado de trabajo a los extranjeros, de modo que pueda favorecerse el empleo de los locales. Por ello es previsible que la negociación que comenzará ahora para la salida del Reino Unido de la UE no incluya un acuerdo de libre circulación de trabajadores.

Sin embargo, en el caso de los profesionales sanitarios es más que probable que, dado el déficit de trabajadores, como ya ocurre actualmente con determinadas profesiones no haya restricciones a la entrada de trabajadores de otros países.

Investigación
En cuanto a las consecuencias para la investigación, la salida del Reino Unido deja en el aire numerosos proyectos de investigación liderados o con participación de instituciones e investigadores británicos pero financiados por fondos europeos y firmados para varios años. De ahí que buena parte de las revistas científicas, como Nature o BMJ, se hayan posicionadoabiertamente en las últimas semanas alertando de los peligros que entrañaría el Brexit y, siguiendo una línea europeísta generalizada entre la comunidad científica, hayan tratado de desmentir además que el Brexit ayudaría a dedicar 350 millones de libras a servicios públicos como el NHS, puesto que la contribución del Reino Unido a la UE «apenas supone el 1 por ciento del total de su gasto público», según recordaba Nature.

En este marco de incertidumbre se darán algunos sinsentidos más, como el hecho de que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) tiene su sede actualmente radicada en Londres que dejará de pertenecer a la UE y, aunque las políticas sanitarias comunes para los países de la UE son limitadas, en materia de regulación de fármacos el sistema de aprobación europeo es la base para la comercialización de fármacos en todos los países.

A esto habrá que añadir el impacto del Brexit sobre las numerosas compañías españolas que operan en el Reino Unido y sobre algunas británicas, como GSK, que dejarán de formar parte de la UE.

Afectaciones a la Industria Farmacéutica

El CEO de la patronal de la industria farmacéutica británica (Abpi), Mike Thompson, asegura que estos resultados «crean retos inmediatos para la futura inversión, para la investigación y el trabajo de nuestra industria en el Reino Unido». No obstante, apunta, «estamos comprometidos en trabajar de forma estrecha con el Gobierno británico para acordar qué pasos deben tomarse para enviar una fuerte señal de que el Reino Unido está abierto a los negocios».
Y es que son muchas las compañías que se juegan su futuro en esas negociaciones y que esperan que, en ellas, se pueda alcanzar un consenso para que la separación sea lo más amistosa posible. De hecho, fuentes internas de la compañía británica AstraZeneca, han asegurado a EG que, «aunque nosotros creemos que quedarse dentro de la UE hubiera sido lo mejor para el interés de los pacientes, nuestra industria y nuestra empresa, respetamos la decisión democrática alcanzada en este referéndum». En este sentido, apunta, «se abre ahora un período de transición y negociación entre todas las partes interesadas, en el que la compañía va a trabajar para salvaguardar la competitividad de la industria de las ciencias de la vida y garantizar un acceso acelerado de los pacientes a medicamentos innovadores» en todo el mundo.
Por su parte, la presidenta de GSK para Iberia e Israel, Cristina Henríquez de Luna, asegura a EG que, aunque el resultado del referéndum de la UE «nos crea incertidumbre y complejidad de cara a futuro, no anticipamos un impacto negativo para la empresa, ni en los resultados del grupo ni en nuestra situación financiera». De este modo, explica que su compañía seguirá trabajando con normalidad durante este proceso y de forma estrecha con todos sus socios y colaboradores. Así, apunta que la prioridad de GSK «sigue siendo asegurar el acceso de los pacientes a nuestras medicinas, vacunas y productos para el cuidado de la salud en todo el mundo.»
 
Espacio Económico Europeo
Quizás el interrogante más importante para la industria farmacéutica que se plantea de cara a esas negociaciones es: ¿permanecerá Reino Unido en el Espacio Económico Europeo? Si la respuesta es positiva, entonces las incertidumbres que existen sobre el sistema de aprobación de medicamentos dejan de tener sentido porque las aprobaciones centralizadas también se aplican a los países que están dentro del EEE.
No obstante, ni formar parte de este espacio puede solventar las dudas relativas a las inspecciones, desarrollo de ensayos clínicos y trabajos que Reino Unido desarrolla con el resto de los estados en torno a los proyectos de acceso acelerado a medicamentos, como las licencias adaptables que se están pilotando ahora, las tarifas, etc.
Precisamente la UE se encuentra ahora en negociaciones con Estados Unidos para armonizar esta serie de trámites en ambos lados del charco e incluirlas en el Tratado de Comercio e Inversión (TTIP). Reino Unido quedaría automáticamente fuera de estas negociaciones y, por tanto, no lograría obtener esta armonización que se negocia actualmente.
En lo que se refiere a las inspecciones, las realizadas por las autoridades sanitarias británicas, la MHRA, ya no serían vistas válidas por el resto de estados miembro de la UE, lo que podría derivar en la necesidad de realizar inspecciones adicionales por parte de la UE en las instalaciones de la industria farmacéutica en Reino Unido.
Este país también se quedará fuera de todos los proyectos europeos en materia de investigación y desarrollo. El daño en este ámbito es cuantioso. De hecho, tal y como señalan académicos de la Universidad de Cambridge, después de Alemania, el segundo mayor beneficiario de fondos de la UE para la investigación, incluyendo en ciencias de la vida, es Reino Unido y, señalan los mismos expertos, queda por saber si el Gobierno británico será capaz de tapar ese agujero a nivel de investigación.
El Reino Unido es también el principal destino de la UE para los fondos de capital de riesgo. Según la Asociación BioIndustry de Reino Unido (BIA), entre 2005 y 2015, el sector de la biotecnología del Reino Unido superó los 924 millones de libras de ofertas públicas iniciales y los 2.400 millones de dólares de capital riesgo. Esto hace que la industria tenga que andar con pies de plomo para no socavar la confianza del inversor.
Las exportaciones son seguramente la principal preocupación para el tejido empresarial de Reino Unido. La Unión Europea representa el 56 por ciento de las exportaciones farmacéuticas de este país, lo que se traduce en unos 53.000 millones de libras anuales. De hecho, podría entrar en la categoría de ‘tercer país’ a la hora de exportar e importar, como es en este momento Estados Unidos. De este modo, los medicamentos fabricados en Reino Unido podrían tener que ser importados a la UE con unas pruebas de importación auxiliares y más controles de calidad y seguridad.
Hay otras consideraciones de menor importancia a nivel económico pero que también tendrán impacto en el sector. Por ejemplo, la sede central de la Agencia Europea del Medicamento se encuentra actualmente en Londres, con lo que tendría que realizarse un cambio. Además, el Reino Unido también podría perder gran parte de su influencia en los debates sanitarios europeos, donde organizaciones como el Instituto Nacional de Salud (NICE) han jugado hasta ahora un papel bastante destacado.

Fuente: Diario Médico y El Gobal

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